Ángela Prieto, Clarissa Casciano & Bianca Hassler: Las Súpermodelos made in Chile

Por Pancho Silva

Se dice que las primeras modelos de la historia fueron las mismas esposas de los modistos que mostraban las creaciones de sus maridos a sus clientas, esto fue en aumento hasta que los diseñadores empezaron a tomar de manera exclusiva un tipo determinado de mujer que representara sus colecciones y su marca: Así habrían nacido las modelos.

En 1989, el fotógrafo alemán Peter Lindbergh, retrató a cinco jóvenes en el centro de Nueva York, pero esta imagen no sólo creó una portada icónica hasta el día de hoy, para la revista Vogue de enero de 1990, sino también dio inicio a la era de las “Supermodelos”, mujeres que dejaron de ser maniquíes sin nombre, para pasar a ser diosas bajadas del olimpo, revolucionando la industria de la moda y la publicidad, levantando grandes cifras en contratos.

Ante la ausencia de figuras relevantes en el cine, el glamour de las pasarelas catapultó a estas divinidades a la estratosfera, sumado al video musical “Freedom” de George Michael. La industria habría “creado” mujeres poderosas que eran capaces de afirmar que no se levantaban de su cama por menos de 10 mil dólares. Mientras el diseñador italiano Gianni Versace supo aprovechar este boom, haciendo un espectáculo de sus desfiles, que nadie quería perderse.

La muerte de Versace fue el comienzo del fin. Los diseñadores comenzaron a apostar por mujeres similares, que no destacaran más que sus diseños y las “Súpermodelos” quedaron atrás, convirtiéndose en una leyenda de culto de la industria.

En septiembre del 2023 las “súpermodelos” de los noventa, reconocidas mundialmente por su nombre de pila, volvieron a reunirse para la portada de la revista Vogue y el estreno del documental en AppleTV. Naomi, Cindy, Chisty y Linda explotaron las redes y fascinaron a los amantes de estos íconos.

Inspirados en este movimiento quisimos recrear nuestras “Súpermodelos” en Chile en la época del 2000 junto a Ángela Prieto, Clarissa Casciano y Bianca Hassler, bajo el lente del fotográfo Simón Pais.

Ángela Prieto, comenzó su carrera a los 14 años, cuando hizo su primer comercial. “Recuerdo que iba con uniforme a los castings”, señala. Cuando tenía 19 fue fichada por la recién instalada en Chile agencia ELITE y su carrera despegó hacia mercados como Miami, Hong Kong y Tokio. Etapa que recuerda hoy a sus 45 con mucho cariño. “Estuve durante 6 años viajando, al principio iba asustada, porque no era común que las modelos chilenas salieran del país”.  Fue la primera chilena en conquistar el mercado asiático, en una época en que se relacionaba el modelaje con trata de blancas o prostitución, desafío que logró con creces y le permitió abrir las puertas para futuras generaciones.

Ángela está usando un traje blanco en Tropic Blonde con The Glaz Store y joyas de Margaret Greenhill

  • ¿Alguna anécdota de esa época?

Para mí fue una suerte haber logrado todo esto, de estar ahí, indudablemente te abre la cabeza, en cultura y en cuanto la carrera de una modelo. Sin duda fue mucha ganancia a nivel personal.

Una anécdota que siempre cuento, estábamos en un boliche con una amiga brasilera, me encantaba cuando había otra latina, que éramos siempre las menos, para poder sentir algo de mi cultura. Justo coincidió con la promoción de la película “Pearl Harbor” (2001), y nos encontramos con Ben Aflfeck, con quien terminé conversando horas en el VIP.

Como mis contratos eran por una cantidad específica de meses, cuando sabía que faltaba poco para que terminara, tomaba mi mochila para recorrer los lugares icónicos como Tailandia, Bali, etc.

  • ¿Cómo pasaste a la actuación?

No sé porque siempre fui consciente que la carrera de una modelo tenía expiración.

Algo que ha cambiado, imagínate que con mis 45 y con canas sigo trabajando en comerciales. Pero en ese entonces era algo impensable y decidí estudiar teatro, porque lo sentía como algo familiar, las cámaras, las luces.

Ser modelo, tiene algo de actriz, he hecho teleseries, cine, series, teatro, todos los formatos, pero desde el estallido social y la pandemia el mercado actoral está súper reducido, entonces me convertí, sin querer en una especie de influencer. También hago frases radiales. Pero no descarto volver a la actuación, voy fluyendo con lo que tengo a mano.

  • ¿Obra de teatro o campaña de moda?

Es una difícil pregunta, porque justo ahora me ofrecieron una obra de teatro en verano, pero los tiempos chocaban con las vacaciones de mi hija y quise priorizar eso. Feliz me subo al escenario cuando las condiciones fluyan. También poner en la balanza los presupuestos, igual disfruto mucho trabajar de modelo.

Clarissa Casciano, partió su carrera de modelo en 1999 en Argentina, bajo el brazo del reconocido hacedor de súpermodelos, Pancho Dotto. Fue invitada a participar de su concurso anual que realizaba scouting por todo el país. Postularon más de 1000 chicas y Clarissa fue la ganadora desde ese entonces nunca más se bajó de las pasarelas y las editoriales. Era habitual verla en alguna portada de revista de la época. Años más tarde su padre fue enviado por trabajo a Chile, su idea era acompañar a su familia durante el traslado. Una tarde decidió visitar la agencia Elite donde le ofrecieron un contrato de representación y acepto mudarse a nuestro país, donde tampoco dejó de trabajar.

Clarissa está usando un traje de Tropic Blonde con The Glaz Store y joyas de Margaret Greenhill

Pese a haber pensado en estudiar medicina, la oferta del modelaje fue más tentadora y termino estudiando periodismo que le permitía compatibilizar ambas profesiones.

“En mi época las modelos partían a los 14 años, algo que en mi familia no iba a estar de acuerdo, por ello, comencé a los 19, no era tan chica y creo que fue un acierto, porque siempre estuve más consciente de las cosas, sabía relacionarme mejor en este mundo de adultos, y eso te sirve para la vida, para todo tipo de trabajo”.


¿Qué recuerdas o valoras de esa época?

 Tuve la oportunidad de viajar a lugares increíbles, con marcas soñadas, hice muchos amigos, conocí gente de producción, y entré en un espacio más artístico que sin duda, aportó mucho a mi vida.

 

¿Alguna anécdota de tu época de modelo?

 Pasar mucho frío, los desfiles eran entretenidos pero extenuantes, me costaba mucho tener una planificación, el periodismo me dio estabilidad. Me generaba mucha ansiedad la situación de casting, porque vives siempre en un supuesto de quedar o no en ese trabajo. Pero al final del día puedo decir que le saqué el jugo al modelaje.

¿Alguna reflexión?

Hoy el mercado es más inclusivo, en mi época había una gran presión por las medidas, Esto se rompió gracias a las marcas porque la gente quiere identificarse y no sentirse excluida de la moda. En chile ya tenemos 4 agencias de modelos que apuntan a un nuevo tipo de modelo y eso me encanta.

¿Cómo nace Magnolia Comunicaciones?

Estudié periodismo, hice mi práctica en una revista, donde tuve mucho apoyo, pero me di cuenta por trabajar desde chica, que necesitaba algo más que estar en una oficina todo el día. Entonces nace Magnolia, donde logré acercar a las marcas a mi mundo. El haber estado tanto tiempo de otro lado, me entregó herramientas para conocer la mejor experiencia que espera una marca.

Bianca Hassler partió su carrera en 1996 con 16 años de la mano de la agencia Bookers. Decidió dejar el colegio y quería hacer algo distinto así llegó al modelaje, le costó acostumbrarse al ritmo, pero se fue enamorando. Más aún cuando “empecé a ganar mi plata y mi independencia”, señala.

Bianca está usando un conjunto negro Tropic Blonde con The Glaz Store y joyas de Margaret Greenhill

Tras sólo una foto publicada en Revista Paula, con un par de desfiles y ya estaba dentro. En esa época no existían muchas agencias de modelos. A los 18 fue a través de un scouter internacional que se instaló en Nueva York, Europa y otros mercados del circuito. “Tuve que desarrollar mi personalidad, te enfrentas a un mundo totalmente distinto”, recuerda.

Hoy en día está dedicada a ser madre, pero no está retirada, eventualmente hace alguna sesión para amigos y estrena su nueva faceta de empresaria como dueña de un padel en Las Condes. “Tenía un terreno en el que quería hacer algo relacionado con el deporte y así partimos”, comenta.

¿Pasarela o sesión de fotos?

Sin duda mi fuerte en las pasarelas, pero también me encantaba la posibilidad de interpretación que te permitían las editoriales. Me quedó con ambas.

¿Tu mejor recuerdo?

 Uff muchos, pero viajar a hacer un desfile de modas en Argelia.

¿Cómo miras la industria hoy?

Chile ha crecido mucho, en 1996 todo era más básico. Poco a poco fueron surgiendo fotógrafos, estilistas, maquilladoras, hubo una explosión y me encanta haber sido testigo de todo ello.